domingo, 26 de octubre de 2014

Tercera Semana, Tema Terror, cuento: "El espejo maldito"

Iniciamos esta semana con dos historias de terror, ahora que nos acercamos al 31 de octubre con todo el misticismo que encierra esta fecha. Los dejamos con el primer cuento: El espejo maldito.




El Espejo Maldito

Capítulo 1: El hallazgo

El bosque era húmedo y frío en esa época del año, sin embargo, los niños anhelaban con todo su corazón hallar en ese lugar un tesoro que pudiera ayudar a su familia de escasos recursos y sacarlos así de la miseria en la que se encontraban. Su empeño no era en vano, el taxidermista del pueblo les había comentado que hacía mucho tiempo habían enterrado en ese bosque un maravilloso tesoro en épocas de conquista y que la persona que lo encontrara sería inmensamente rica, aunque hasta ese día nadie lo había localizado y las búsquedas cesaron con el pasar de los años.

Creyendo que la historia era real, se dispusieron a internarse en un lugar horrible para uno niños menores de 10 años, su voluntad desafiaba las recomendaciones de los mayores de no acercarse a ese lugar y antes de que cualquiera se levantara en la mañana, iniciaron su camino. Sus rostros estaban pálidos por el frío otoñal, las hojas secas de los árboles y las ramas quebradas en el suelo hacían que la experiencia fuera más aterradora de lo que se habían imaginado y a cada paso el valor iba mermando, hasta que el más pequeño ahogado en llanto le dijo a su hermano mayor que volvieran, a lo que este respondió que no podían porque no recordaba el camino de vuelta.

Desesperados y hambrientos, empezaron a correr sin dirección, los árboles se iban tornando cada vez más oscuros y la naturaleza a su alrededor se dibujaba más siniestra y escasa de vida. El color dorado del otoño había desaparecido y un escalofrío de muerte recorría sus espaldas al ver un follaje lleno de tonos grises y negros, sin embargo fue en ese lugar donde encontraron lo que estaban buscando o al menos eso pensaron… El brillo dorado de un objeto resaltaba en esa tenebrosa zona del bosque por lo que ambos decidieron desenterrarlo y para su sorpresa pudieron observar que se trataba de un gran espejo, de esos en los que se puede ver el reflejo casi completo de una persona.

Complacidos por el hallazgo, hicieron a un lado el miedo y decidieron llevarlo a su pueblo para venderlo, debido a que se notaba que era muy antiguo y posiblemente les dieran un buen dinero por el mismo. Para su sorpresa, a pesar del gran tamaño el espejo resultaba muy liviano, por lo que pudieron cargarlo alzándolo sobre sus cabezas sin dificultad alguna. Ahora solo les preocupaba cómo salir de ahí antes de que llegara la oscura noche, entonces decidieron seguir en  línea recta sin desviarse, hasta que afortunadamente hallaron la carretera principal y con ella el camino de regreso a casa.

Una vez que llegaron al pueblo y agobiados por el viaje, decidieron pasar donde el viejo taxidermista para mostrarle su hallazgo y preguntarle si ese era el tesoro que habían buscado por tanto tiempo. El hombre ya entrado en años, los regañó fuertemente diciéndoles que sus padres los habían estado buscando por todo el pueblo y que nunca debieron haberse ido de la casa sin avisar nada y menos internarse en ese bosque donde muchas personas se han extraviado. El hombre llamó a la familia de los niños y agradecidos, fueron en busca de los mismos.

Antes de retornar a su hogar y después de una buena zurra proporcionada por su madre, los niños le preguntaron al taxidermista si ese espejo era el tesoro de los conquistadores y si era tan valioso como ellos esperaban, a lo que el hombre con una gran carcajada les dijo que ese espejo sucio y maltratado seguramente fue valioso en su tiempo pero que en el estado en el que se encontraba ya había perdido su valor, entonces al ver las caras largas en el rostro de los niños, les ofreció comprarlo a un precio justo y por unas cuantas monedas y con desaliento en sus corazones los niños aceptaron.

La madre agradeció al hombre su acto de generosidad y partió con los niños a su hogar, no sin antes reprenderlos nuevamente y amenazarlos con el castigo que les esperaba. El taxidermista entonces con una sonrisa de felicidad se volvió hacia el espejo y confirmó lo que había sospechado inicialmente, el marco era de oro puro y sin duda valía muchísimo dinero, claro que no se lo iba a decir a esa gente pobre que sin duda no se lo hubiera vendido si él les hubiera dicho la verdad. Así que muy feliz por el excelente negocio que acababa de realizar, cerró su tienda de taxidermia por ese día y llamó a un amigo experto en antigüedades, quien le dijo que si no podía venderlo como objeto para la casa, podría llevarlo a derretir y le sacaría una buena ganancia.

Capítulo 2: el Taxidermista

Entonces el taxidermista muy contento, decidió limpiar bien el espejo para ubicarlo en la sala de su casa mientras encontraba un buen comprador. Su mujer salió a recibirlo intrigada por la inusual hora de volver del trabajo, a lo que el viejo le contó la historia diciendo que nadie más sabía lo ocurrido y ella tan contenta como él, empezó a buscar en su libreta de teléfonos los números de sus amigas que tenían dinero y que podían hacer una buena oferta por este objeto tan apreciable. La única persona en esa casa a la que no le pareció la idea fue a su única hija, quien pensaba que había sido muy malo haber estafado a esa familia y que ese dinero sería mal habido, a lo que el padre le respondió que no se preocupara de más y que más bien se cuidara del mal genio ahora que ella estaba en sus últimos meses de embarazo.

El viejo entonces colocó un clavo en la pared para ubicar el espejo al frente de varias de sus obras de taxidermia, las cuales lo hacían sentir muy orgulloso y se puso a admirarlas a través del reflejo que brindaba el majestuoso espejo. La piel de un oso pardo en el suelo, la cabeza de un enorme alce en la pared contraria y sobre todo la joya de la corona, un “canis lupus” o lobo de pelaje negro, muy raro en esa región, se veía soberbio frente a ese antiguo espejo. La apariencia antigua del mismo hacía que el lugar luciera muy sofisticado, a tal punto que pensó si valía la pena venderlo o mejor dejárselo para alardear ante sus amigos de la alta sociedad.

Después de estar casi en trance por mucho tiempo admirando el espejo, su mujer le dijo que ya era tiempo de irse a dormir, por lo que el hombre apagó las luces y se fue a desearle buenas noches a su amada hija. Lo que ninguno sabía es que ese espejo estaba maldito, efectivamente era del tiempo de la conquista española, pero había sido desechado porque se decía que la maldad de los hombres era reflejada por el mismo y que quien lo poseyera atraería sobre sí mismo las peores desgracias en sus vidas. De esta manera, fue enterrado en la profundidad de un bosque deshabitado en esos tiempos, pero que ahora tenía poblados cercanos al mismo.

Al llegar la medianoche, el hombre empezó a escuchar ruidos extraños en la sala. Los ruidos parecían de un animal de cuatro patas y el taxidermista pensó que se había metido nuevamente un mapache al cual le encantaba roer su basura. Así que impetuoso, se levantó y tomó un cuchillo dispuesto a matar el animal, después de todo si lo mataba sería un buen artículo para su tienda de taxidermia, y si no fuera un animal, lamentaría mucho el haberse metido a su casa… Así que con poca precaución encendió cada una de las luces y se acercó a la sala donde creía que estaba el animal, para su desgracia notó que no estaba el lobo negro que tanto lo había hecho sentir orgulloso y un grito desgarrador salió desde el cuarto de su hija.

Corriendo hacia ella solo pudo observar como el lobo negro, con un rostro diabólico estaba despedazando la piel de su hija con sus afiladas garras, ella trataba de defenderse, pero el animal mordía sus brazos y empezaba a destrozar sus entrañas como si escarbara un hueco en la tierra. Entonces el animal volvió su mirada hacia el taxidermista y con una voz de ultratumba le dijo: ‒tú le arrebataste la única esperanza que tenía esa familia de ser feliz, ahora yo te he quitado lo único que tú tenías para ser feliz en tu vida.

La luz empezó a fallar y en medio de la oscuridad el hombre intentó defenderse con el cuchillo, moviendo su brazo en todas direcciones para asesinar a la bestia, sin embargo para su desgracia, su mujer bajó en la oscuridad y el hombre, creyendo que era el lobo, atravesó con el cuchillo a su propia esposa propinándole una horrible muerte. Impotente y envuelto en el terror de la abominable escena, el taxidermista empezó a sentir un fuerte dolor en el pecho, hasta que su corazón se detuvo por completo y cayó muerto por un paro cardio-respiratorio.

El lobo se dirigió hacia el espejo y todo volvió a la normalidad, excepto las tres víctimas de este terrible suceso, el cual consternó al día siguiente al pueblo entero. Todo hacía parecer que el taxidermista había ingresado una bestia a su casa para disecarla  y probablemente esta no había muerto y por eso atacó a su familia, o al menos esa era la versión preliminar que tenía la policía, ya que nadie sabía de la existencia del espejo y mucho menos del mortal efecto que tenía en las personas.

Capítulo 3: La familia rica

Al no tener más familia que la hija asesinada, el estado comenzó con el remate de las pertenencias de la familia del taxidermista, sin embargo la gente del pueblo al saber la historia no quiso comprar nada porque pensaban que todo estaba maldito, así que se decidió vender todas las cosas en otro pueblo. En la subasta, sin duda uno de los artículos que más resaltaba era el dorado espejo, el cual una mujer rica compró por mucho dinero.

A los días lo llevaron a su lujosa casa y le dijeron que los documentos de la compra llegarían próximamente junto a otros artículos que había comprado, por lo que ella ordenó al personal de mantenimiento que lo colocaran en su propio cuarto, para que su esposo le diera su opinión, a lo que el hombre le respondió que ella solo servía para gastar el dinero en estupideces, como el cuadro de una tal “Segua” que había colocado en el cuarto de la sirvienta aduciendo que era de una historia autóctona del pueblo de ella.

Lo que la esposa no sabía, es que el hombre ya no la amaba y desde hacía tiempo le estaba siendo infiel con esta mucama. Aprovechando las noches cuando su mujer tomaba unas fuertes pastillas para dormir, se acostaba con la sirvienta en el otro cuarto, observando siempre el horrible cuadro que había comprado su esposa, mientras lo hacían silenciosamente.

Esa misma noche el hombre estaba acostado con su mujer esperando a que se durmiera para ir a visitar a su empleada y cuando llegó la medianoche y confirmó que su esposa ya estaba profundamente dormida, se disponía a salir de su cuarto, pero para su sorpresa la mucama abrió la puerta y esto lo consternó mucho, porque le tenía prohibido acercarse al cuarto para no levantar sospechas.

Ella estaba vestida con un traje muy sensual y con una mirada seductora, le hizo un gesto de que la siguiera a su cuarto. Motivado, el hombre salió a hurtadillas y se dirigió a la habitación de la sirvienta. Una vez ahí, empezó a hacerle el amor como tantas veces, pero esta vez algo extraño sucedía, algo no estaba bien. El rostro de la mujer se había transfigurado en una cara espantosa, igual a la del cuadro que estaba en el cuarto, y comenzó a gritar como si tuviera al mismo demonio adentro, sujetándolo a él por el cuello. Buscando defenderse, el hombre agarró una almohada y se la puso en la horrenda cara de la mujer, aplastándola con todas sus fuerzas hasta que esta dejó de moverse y murió ahogada.

Desesperado, quiso salir de la habitación, pero fue sorprendido por su mujer quien portaba un arma en la mano y le apuntaba de frente diciendo: ‒siempre tuviste una buena mujer y una buena vida, pero te cansaste de eso y quisiste vivir en la inmundicia, ahora pagarás las consecuencias de tus propios actos ‒ y diciendo esto la mujer se pegó un tiro en la cabeza. El hombre totalmente destrozado por lo que acababa de acontecer no sabía cómo reaccionar y al dar un paso al frente se dio cuenta de que las luces empezaron a fallar y luego sucedió algo increíble: él tenía el arma en su mano y su esposa yacía en el suelo con un disparo en la frente, la mucama no estaba vestida con su ropa sensual, tenía su acostumbrada pijama y estaba muerta en la cama, con la almohada en su cara.

Lo que él vio nunca nadie lo iba a creer y ante sí mismo yacían las únicas dos mujeres que de alguna manera lo habían hecho feliz, así que sin más reparo y dejándose llevar por los pensamientos negativos, accionó el arma y se pegó un tiro en la cabeza. Al otro día, el personal de mantenimiento de la casa descubrió el atroz acto y dio parte a la policía, quienes abrieron una investigación en este pueblo, pensando que había sido un crimen pasional y sin relacionarlo de ninguna manera con el asesinato del otro poblado.

Los bienes de esta familia rica estaban registrados y pasaron a varios de sus familiares allegados, quienes decidieron vender todo y mandar a demoler la casa por lo horrible que había sucedido, sin embargo, el espejo aún no aparecía en el registro de bienes, por lo que resolvieron obsequiarlo a uno de los hombres de mantenimiento más allegados, quien era una persona muy pobre que vivía en el otro poblado.

El hombre, viendo que el espejo era antiguo y tenía un marco dorado, recordó la historia que le habían contado sus niños de cómo encontraron un espejo similar en el bosque y lo vendieron al taxidermista, por lo que revisando bien el marco, se dio cuenta que era de oro puro y decidió llevarlo a fundir para obtener la mayor ganancia. El vidrio, decidió cortarlo en varios pedazos para hacer espejos más pequeños y así aprovechar totalmente el grandioso regalo que le habían hecho.

Ahora estos fragmentos andan esparcidos por todo el mundo, llevando la maldición del espejo a distintos lugares. La próxima vez que vea su reflejo en un espejo, piense dos veces en hacerle mal a alguien, porque ese espejo que está en su cuarto, en su baño o en su bolsa de cosméticos, puede ser lo último que vea en su desgraciada vida…

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