domingo, 19 de octubre de 2014

Segunda Semana, Tema Mitología y Guerra, cuento: "Misión Avalancha"

Hola hoy les traemos las historias de la segunda semana, que tienen en común que ambas mezclan la mitología con la segunda guerra ¿Cómo? Pues deben de leerlas para descubrir que misterios se esconden...



La  misión Avalancha sucedió en una pequeña isla, en medio del archipiélago de Orcadas, en Escocia. Muckle Skerry, la isla del faro, como se conocía, era un terreno de poco más de un kilómetro de largo, casi abandonada, con una única edificación, el gran faro, construido alrededor de 1700 y el cual era vigilado por un solo hombre.  Aquella noche de 1946, dos extraños desembarcaron, para capturarlo.

Había pasado casi un año desde el final de la guerra, el partido Nazi se había desmembrado y Alemania estaba en escombros. Sin embargo algunas de las cabecillas y miembros del partido habían desaparecido, ocultándose en diferentes lugares del globo, como sur América, pero otros se fueron a lugares remotos.

El MI6, organización de inteligencia inglesa, logró detectar que un espía nazi, quien había desaparecido poco tiempo después de la caída del tercer Reich, había sido visto en Escocia. Este hombre estaba relacionado con el Incidente de Venlo, un engaño llevado por lo alemanes a la fuerzas de inteligencia inglesas, que termino con la invasión de los nazis a Holanda.

Inglaterra no tardó en darse cuenta y lanzó por medio del MI6, una operación de búsqueda, para encontrar al culpable de uno de sus fracasos más sonados.

Después de casi un año, un grupo de pescadores de la isla Burray, (también del archipiélago de Orcadas), suministró información de un extranjero, de notable nacionalidad alemana, que había tomado el puesto de vigía del faro de la isla de Muckle Skerry. Después de confirmar la verdadera identidad del hombre, se inició un plan de captura.

Para esto se creó la operación Avalancha, donde se enviarían a dos agentes experimentados de forma encubierta a la isla durante la noche, los cuales tomarían el faro, apresarían al hombre  y luego lo entregarían al cuerpo de inteligencia inglesa.

Los agentes, un hombre y una mujer, llegaron en un pequeño bote a las 11:37 de la noche del 14 de julio de 1946. Desembarcaron por el lado este de la isla, contrario a donde estaba el faro y comenzaron su recorrido.

Muckle Skerry, era una isla casi plana, con una ladera escarpada alrededor de la playa, que terminaba en la planicie que abarcaba casi toda la isla. En un día normal podía verse de extremo a extremo sin dificultades, pero en lo más profundo de la noche, era un mar de tinieblas, que solo la luz del faro podía romper brevemente.

Para salir de la playa, se debía escalar  la colina que separaba el mar de la llanura. Los dos agentes comenzaron a subirla, cuando escucharon lo que sonaba como el traqueteo de las patas de un caballo.

La duda se apodero de ellos y se escondieron entre las tinieblas de la ladera. Casi daban por sentado que él hombre había visto su bote y venia a investigar, aunque ellos habían evitado usar luces o señales que los identificaran entre el mar. Tampoco tenían datos de que él poseyera un caballo, pero aun así debían estar listos. Mientras estaban escondidos, vieron la figura del jinete y su animal en lo alto de la colina.

La mujer, que estaba más cerca del borde, intentó ver si era el objetivo que buscaban, pero cuando la luz del faro iluminó por algunos segundos a la figura, ella vio algo diferente a lo que esperaba. El haz de luz desapareció, junto con el jinete.

Pasaron prudencialmente algunos minutos sin moverse, con solo el sonido de las olas como acompañante. El agente se acercó a su compañera y preguntó acerca del jinete,  pero ella no estaba segura de lo que había visto, de hecho casi juraba que lo que vio, no fue un humano.

El hombre logró calmar a su compañera, aún inquieta por su visión y continuaron su misión, subiendo hasta lo alto de la ladera. Al subir, sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y fueron capaces de ver el faro, que se elevaba en medio de la planicie, alternando su luz con la negrura de la noche.

La distancia no era mucha, menos de un kilómetro en línea recta, pero debían tener cuidado con el haz luminoso del faro, para no ser delatados ante un vigía experto que podría estar observando desde lo alto de la edificación. 

Llevaban alrededor de la mitad del trayecto recorrido, cuando el trote del caballo se volvió a escuchar, esta vez más rápido, pero acompañado de otro sonido, algo parecido a un grito pero tan gutural y animal, que les costó pensar que fuera humano.

Los dos agentes se separaron rápidamente e intentaron prever de donde venia el galope. Esta vez no tenían dudas, el hombre los había descubierto y venia por ellos, por lo que alistaron las armas esperando calcular la trayectoria del animal.

La mujer notó que el trote iba hacia su compañero, avisándole en el acto. Él se preparó para disparar. En ese momento la zona se iluminó por el faro y pudieron ver a su perseguidor.

Ella nuevamente intentó reconocer al jinete, pero le fue imposible, porque lo que semejaba a un jinete, no era tal, sino una especie de torso humano que salía de la espalda de lo que parecía un caballo. El torso solo tenía un par de brazos largos que sostenían una espada. Pero lo que hacía más horrible a la criatura, era que estaba totalmente despellejada. Se podía ver la unión de tendones, musculo y venas, que terminaba con una cabeza sin ojos, ni boca, solo carne palpitante.

El otro agente, en el franco izquierdo de la criatura, estaba a  punto de disparar, cuando la luz lo hizo notar también la espantosa falta de piel, pero además pudo observar la cabeza del caballo, algo que su compañera no podía. Era una masa de carne roja que se movía grotescamente, pero a diferencia de la otra cabeza, esta poseía un deforme ojo inyectado en sangre, que miraba locamente, mientras su quijada, totalmente desmontada, generaba aquel espantoso grito.

El haz de luz continuó su recorrido y volvió a sumir en penumbras la zona, donde solo el jadeo de la criatura y su loco cabalgar se oían. El agente sin saber qué hacer, solo acató a tirarse al suelo para evitar la embestida de la criatura, la cual siguió corriendo sin detenerse, perdiéndose en la noche.

Sin embargo tanto el correr del animal como el inhumano grito, aun se escuchaban. En medio de las tinieblas, ambos agentes tomaron la decisión de ir hacia el faro, el único lugar seguro que había en la isla, aunque eso significaba poner en juego la misión.

Corrieron con todas su fuerzas, acercándose a cada paso al faro, pero oyendo también el jadeo de la bestia muy cerca. La luz nuevamente terminó su giro y los agentes tuvieron que taparse para no quedar ciegos, sin embargo el hombre se dio media vuelta para intentar dispararle a su perseguidor. El ser corría a toda velocidad, con la espada dirigiéndose hacia el agente.

La mujer también paró y se volteó, pero la luz del faro se había ido y ahora solo podía oír a su compañero pidiéndole que se alejara. Ella estaba a punto de reclamarle, cuando vio el primer fogonazo del arma. Con el segundo disparo, oyó un grito desesperado, pero que provenía de su compañero.

Ella estaba cerca de disparar también pero la luz del faro iluminó la tétrica escena. La abominación que los seguía, ahora sostenía al hombre varios metros sobre el piso, con la espada atravesándole el pecho. El ser estaba inmóvil, casi parecía que su cabeza sin rostro observaba a su presa. Sin embargo el gran ojo de la cabeza de caballo giró, volviendo a ver a la mujer, para luego emitir un grito espantoso y salir en carrera hacia su nueva presa.

Ella reanudó su avance y fue capaz de ver que estaba a menos de 100 metros de la torre. Su pies se movían sin parar, pisando con fuerza, hasta que resbaló al entrar en un pequeño afluente que no había visto antes, ni recordaba en los mapas.

El espantoso jinete se acercaba a su posición. Ella en su desesperación, solo pudo levantarse a gatas, avanzando torpemente hacia el faro, pero este le devolvió su potente mirada, dejándola ciega y de rodillas a merced de su perseguidor.

La sensación del metal atravesando su piel ya se recreaba en su mente, pero logró sobreponerse y correr, aunque sabía que era inútil, el grito de la bestia estaba casi en su oreja, era un sonido aterrador. Su cuerpo siguió avanzando, hasta llegar a la puerta el faro, la cual fue abierta por un hombre, que la dejo entrar de inmediato.

Ella aún seguía con los ojos cerrados, pensando que estaba en una pesadilla donde sí se detenía, moriría. Al golpear una mesa, cayó pesadamente en el piso. Lo único que se le ocurrió fue sacar el arma y disparar, sin saber a que le apuntaba. Lo hizo un par de veces, hasta que oyó el gemido doliente de un hombre.

Su pavor era tal, que no quiso abrir los ojos. Solo se quedo inmóvil esperando la estocada de su inhumano verdugo.

Pasaron menos de 12 horas, para que el equipo de asalto ingresara al faro, donde encontraron el cadáver del espía alemán, junto con la agente que lo había matado, la cual se estaba en un fuerte estado de shock, con los ojos cerrados e incapaz de moverse.

La MI6, en reuniones posteriores reportó la misión como exitosa, implicando que la muerte del espía fue en defensa propia y adjudicada a la única agente encargada de la misión. Se había omitido la existencia de un segundo agente. Los detalles de la misión fueron archivados y etiquetados como secretos.

La agente sobreviviente fue enviada a una ubicación desconocida, donde fue tratada por desordenes psicóticos. El nombre del segundo miembro relacionado a la Operación Avalancha, fue borrado y desligado totalmente de esta, dando a entender que estaba perdido en acción, ya que nunca fue encontrado su cuerpo en la isla.

La isla Muckle Skerry fue abandonada, y su faro tuvo que ser sustituido por uno mecánico, ya que los pescadores y pobladores de las islas cercanas, creían que la isla estaba bajo la posesión de una criatura llamada Nuckelavee y nadie debía traspasar su territorio.


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