Hola, esta es la historia de la temática de esta semana, la cual fue inspirada en la canción de Peregrino Gris, Viejo Tronco. Espero les guste y ¡gracias por acompañarnos en el inició de este viaje!
Las gotas
caían como lágrimas en el lago, creando una melodía misteriosa pero mágica, que
atrajo al hombre…
El hombre
caminaba con su soledad, profundamente abstraído en sus pensamientos. Se detuvo
frente al peñasco que daba a la laguna. La vista era única, abarcaba toda la
inmensidad del lago, pero él podía sentir algo más. Podía oír la voz de ella en
el viento y su rostro dibujado entre los reflejos y las sombras. Cayó
arrodillado y tapó su tristeza con sus manos.
Aun recordaba la noche y el frío, el dolor y el amor, fundidos en el rostro de su esposa. Ella lo observó y sin decir palabra, solo le sonrió, para perderse para siempre. Debía ser sacrificada para el bienestar del pueblo. Todos lo lamentaban, pero así debía ser. Antes de irse, él intentó tomarla, pero ella no le dejó, simplemente se despidieron con una última mirada…
El dolor
resurgía con cada memoria, lo enloquecía, deseaba terminar con todo y unirse
con ella en el olvido. La sinfonía del lago no dejaba de acompañarlo en su
duelo.
Él se levantó
y observó el peñasco, dispuesto a seguir sus más oscuros instintos. Pero algo
lo detuvo. De entre los arbustos apareció su mejor amigo, que con su voz ronca
y profunda, repitió las palabras que el hombre no olvidaba, pero que el dolor
había ocultado.
-El sacrificio fue hecho, pero no
por ella, sino por nosotros- las gotas cesaron su melodía –No seas tonto y
mira…-
El juego de las hojas con el viento acaparó
todas las miradas. Volaban como mariposas. Había algo de ella en el ambiente.
-Recuerda por qué lo hizo, por
quién…-
El hombre dio
media vuelta y quedando de espaldas al lago, pudo ver al pequeño niño que
avanzaba hacia él. El niño corría torpemente, con los brazos extendidos y un
rostro feliz.
Al abrazarlo
sintió el calor y el amor de su esposa en ese niño, en su hijo. Miró al cielo y
pudo oír la risa de ella. Las gotas volvieron a caer, con un ritmo misterioso,
como si cantaran con el viento y con cada espiral que creaban en el lago,
parecía que alguien bailara en la superficie.
Música
de fondo: Viejo Tronco de Peregrino Gris.
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